Serpis

Serpis

 
Cartografia del Serpis
El río Serpis y su entorno, lo tramo comprendido entre Alcoy y su desembocadura a Gandía, cono una longitud de 50 kilómetros y una superficie aproximada de 10.000 hectáreas, se un espacio singular miedo las suyas valoras paisajísticos, ecológicos y culturales, derivados de una relación histórica armoniosa entre el hombre y el medio natural. Esta relación se manifiesta, por ejemplo, en la integración de los pueblos y caminos en el paisaje, en los bancales agrícolas que acompañan la topografía natural y la resaltan, o bien en el respeto histórico hacia los elementos topográficos que conforman la identidad del lugar, tales como vertientes, crestas de montañas o hitos topográficos. En la actualidad, sin embargo, el río discurre por los municipios con una intensa actividad económica, social y territorial, la cual tiene que hacerse compatible con la conservación y el uso sostenible de los valores ambientales.
 
Limitado por las sierras de Mariola y Benicadell en el Norte y las sierras de la Safor, la Cuta, Alfaro, Serrella y Aitana en el Sur, este tramo del Serpis situado entre las provincias de València y Alicante actúa, en términos ecológicos y territoriales, como elemento conector entre la montaña y la costa, configurando un excepcional mosaico de ecosistemas y paisajes. Encontramos así desde espacios forestales muy conservados a los rústicos cultivos de montaña; desde las riberas fluviales a los riscos más inaccesibles. El conjunto sintetiza, como pocos lugares valencianos, las características básicas y las peculiaridades de la montaña mediterránea.
 
Los pueblos de este amplío territorio, agrupados bajo el hilo conductor del río, dibujan un itinerario cultural donde el paisaje se transforma historia. La Revolución Industrial convirtió en la población de Alcoy en un centro textil que encontró su salida comercial hacia el mar mediante el ferrocarril Alcoy-Gandía, el trazado del cual discurre paralelo en el Serpis en gran parte. Esta antigua línea en desuso, en la actualidad, es uno de los mayores atractivos de la zona, con grandes posibilidades para el uso público ordenado del medio natural y el disfrute de los paisajes.
 
A lo largo del río aparecen pequeños cascos urbanos, conformando el profundo escénico que integra en el paisaje la naturaleza y los perfiles de asentamientos históricos. Entre ellos destacan Planes, enclavado en la colina, como su ermita como hito paisajístico, Beniarrés, situado a los pies de la sierra de Benicadell, Lorcha, Gaianes, Muro de Alcoy, Benimarfull, Cocentaina y Villalonga. Muchos de estos cascos urbanos se encuentran en una posición prominente sobre los campos de cultivo abancalados, en pronunciado contrasto de colores y texturas de gran calidad estética.
 
Existen también elementos arquitectónicos de gran valor histórico vinculados al paisaje, como los molinos que a finales del siglo XIX desviaban lo agua mediante pequeños azudes, transformados después en pequeñas centrales hidroeléctricas («fábricas de luz»).
 
La zona posee calidades geomorfológicas que la hacen merecedora de especial atención. En algunos tramos, la acción erosiva secular del río ha dado lugar a espacios singulares como en el embalse de Beniarrés y en el Estrecho del Infierno-Rincón del Duque. Este desfiladero entre las sierras de Safor y Cuta, ha dejado visible los elementos geomorfológicos, configurando un paisaje de gran valor por su singularidad y su accesibilidad desde la antigua vía del tren.
 
Los hábitats montañosos y fluviales proporcionan, miedo otra parte, una gran variedad de éstos. Encontramos desde recortes importantes de bosque mediterráneo en buen estado, a bosques de ribera propiciados por el cañón fluvial, su curso de agua permanente y las abundantes fuentes y manantiales. Es destacable el barranco de la Encantada, afluente del Serpis, por su singular modelo kárstico y su vegetación de ribera. La acción del hombre queda patente en los muros de los bancales realizados en piedra seca de las vertientes montañosas, dedicados al cultivo de secano.
 
Existen especies faunísticas acuáticas de gran interés, tales como la gamba de agua dulce (Dugastella valentina), el caracol acuático (Melanopsis dufouri), el cacho (Leuciscus pyrenaicus) y el barbo (Barbus bocagei), entre otras más comunes. Las vertientes montañosas y el cañón fluvial muestran multitud de aves, como el águila real (Aquila chrysaetos), el águila-azor perdicera (Hieratus fasciatus), el búho real (Bubo bubo) y el martín pescador (Alcedo atthis). Encontramos también mamíferos notables como el gato montés (Felis silvestris), además de otros más frecuentes como el jabalí (Sus scrofa), la comadreja (Mustela nivalis), el turón (Mustela putorius), la gineta (Genetta genetta) y el zorro (Vulpes vulpes), junto cono varios reptiles y anfibios de interés.
 
En definitiva, se trata de un espacio caracterizado por un paisaje excepcional y unos notables valores ecológicos y geomorfológicos. Cómo es habitual en el mundo mediterráneo, todos estos elementos han sido configurados, en la forma que actualmente conocemos y apreciamos, a través de la interacción histórica entre el medio físico natural y la actividad humana a lo largo de muchos siglos. El régimen del Paisaje Protegido tiene que atender esta realidad territorial y, en consecuencia, no se configura en forma estática, sino que establece las bases para un mecanismo de gestión activa basado en una atención especial a los procesos económicos, sociales y territoriales que, en relación con los ecosistemas naturales y el ambiente geológico, son responsables de la evolución del sistema y de su adaptación a las nuevas realidades históricas.