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Flora

Flora

A lo largo del Paisaje se distinguen claramente dos zonas: la semiárida del sur, con precipitaciones por debajo de los 300 mm/año y con un periodo de sequía muy largo, y la zona Norte, que recoge más lluvias y tiene una cobertura de vegetación más abundante.

Pero si nos atenemos a la historia, la vegetación potencial de la mayor parte del territorio que ocupa el Paisaje Protegido de la Serra del Maigmó y Serra del Sit era el Carrascal. Sin embargo, si a las condiciones climáticas actuales le unimos la continua degradación que ha sufrido la encina (carrasca), árbol que históricamente ha poblado la España seca, nos encontramos con una vegetación pobre y dispersa, aunque muy variada y dominada por especies de hoja perenne.

En la actualidad, apenas existen reductos de lo que antaño fueron grandes bosques de encinas, como las pequeñas agrupaciones que pueden observarse en barrancos del Cid, Catí, Caprala, faldas del Maigmó o la zona del Carrascalet, en la sierra de l’Argüenya, sin lugar a dudas la zona mejor conservada. En estas zonas es frecuente el laurel (Laurus nobilis), la rubia (Rubia peregrina), el madroño (Arbutus unedo), la sabina negral (Juniperus phoenicea), el enebro (Juniperus oxycedrusy Juniperus communis), el labiérnago (Phillyrea angustifolia), el aladierno (Rhamnus alaternus), la madreselva (Lonicera implexa) y las esparragueras (Asparagus horridus).

A continuación vamos a analizar las principales formaciones vegetales que conforman este complejo sistema montañoso.

Los pinares

Dominando el terreno sobre el que en otro tiempo se asentaban las encinas, encontramos el pinar. El pino más abundante es el carrasco (Pinus halepensis), de hojas cortas y tronco retorcido, que se localiza principalmente en las zonas de umbría de las montañas, como en las faldas del Maigmó, Valle de l’Alvaiol, Xaparrales, Cara Norte del Cid, etc. Se trata de un bosque denso, con abundante vegetación de matorral, formada principalmente por aliagas (Ulex parviflorus), romeros (Rosmarinus officinalis), coscojas (Quercus coccifera), albaidas (Anthyllis cytisoides), estepa blanca (Cistus albidus), brezo (Erica multiflora), tomillos (Thymus vulgaris), lentiscos (Pistacea lentiscus), fenal (Brachypodium phoenicoides), lastón (Brachypodium retusum)…

El matorral

Debido a la degeneración del bosque mediterráneo (carrascal), aparecen dos nuevas comunidades vegetales: el coscojar y la gárriga, en la que se encuentran arbustos pequeños que fácilmente llegan al metro de altura.

Los coscojares son la primera etapa de sustitución de los encinares. Están dominados por la coscoja (Quercus coccifera) y, como vegetación acompañante, destaca el romero (Rosmarinus officinalis), la albaida (Anthyllis cytisoides), el romero macho (Cistus clusii), la aulaga (Ulex parviflorus), el lentisco (Pistacea lentiscus), el brezo (Erica multiflora), la estepa (Cistus albidus), el cantueso (Lavandula stoechas), el tomillo (Thymus vulgaris), el “setge” (diversas especies del género Helianthemum) o la coronilla de fraile (Globularia alypum).

La degradación de estos coscojares lleva a la gárriga, que es un matorral formado por una mezcla de arbustos siempreverdes. Se extiende sobre suelos poco profundos y zonas climáticas que, como la nuestra, presentan una escasa pluviosidad y una alta evaporación. Este matorral, que también aparece coexistiendo con el pinar y se da por debajo de los 500-600 metros, es bajo, espinoso y poco denso, formado por arbustos y yerbas leñosas, entre las que destacan el enebro (Juniperus oxycedrus), el brezo (Erica multiflora), el acebuche (Olea europaea), el lentisco (Pistacea lentiscus), el madroño (Arbutus unedo), el romero (Rosmarinus officinalis), el espino negro (Rhamnus oleoides), la aliaga (Ulex parviflorus) o la coscoja (Quercus coccifera).

Dada la aridez de la zona, este matorral se degrada en algunos lugares y es sustituido por una vegetación muy dispersa y de escasa altura denominada tomillar. Son especies de hojas reducidas y recubiertas de abundantes filamentos en la parte inferior para evitar la pérdida de agua. Destacan, además del tomillo (Thymus vulgaris), otras plantas aromáticas como el cantueso (Thymus moroderi), el rabo de gato (Sideritis tragoriganum) y la manzanilla (Santolina chamaecyparissus) , acompañadas de romero (Rosmarinus officinalis), coronilla de de fraile (Globularia alypum), ruda (Ruta angustifolia), etc.

Y por último, en las zonas más áridas, se hacen más frecuentes los espartales y los pastizales efímeros primaverales.

Vegetación de zonas húmedas

En algunas pequeñas zonas húmedas junto a fuentes, manantiales o abrevaderos es típico el bosquecillo formado por adelfa (Nerium oleander), zarzamora (Rubus ulmifolius), juncos (Scirpus holoschoenus), cañaverales (Arundo donax) e, incluso, tamariscos (Tamarix gallica).

Lugares abandonados y valles.

Próximo a zonas de cultivo y en bancales, es frecuente la retama. En lugares abandonados, ribazos, bordes y lechos de ramblas aparece la barrilla (Salsola kali). En fondos de valle habitan plantas herbáceas como el hinojo (Foeniculum vulgare), el cardo borriquero (Onopordum acanthium), la amapola (Papaver rhoeas) y gran variedad de gramíneas.

Cultivos de almendros, olivos, viñedos y cerezos.

En valles próximos a los núcleos de población, como La Espartosa, L’Avaiol, Puça, etc., son frecuentes pequeñas parcelas con cultivos de almendros, olivosviñedos y cerezos.